Puente de Miraflores
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El puente lo proyectamos como elemento contradictorio, como escueta pieza escultórica, arquitectura generedora de referencias que ordenan el territorio. La vigencia de una idea se hace más necesaria cuando en la intervención la componente temporal es clave. La pieza es marco en la panorámica y, sin dejar de ser radical, no es protagonista. El discurso formal de la intervención la quisimos leve. Una viga en “U” y un apoyo. Un tajamar, paralelo a la ribera, con forma lenticular. Este elemento se origina partiendo de formas de arquitectura contrapuestas. Su tamaño está fijado en parámetros de esbeltez y proporción. El tajamar, casi un barco flotante contracorriente, corta el agua, ordenándola sólo momentáneamente; en este único punto se apoya la vía de paso. El espesor del tablero limitado por condicionantes hidraúlicos, superior e inferiormente, es el límite de estabilidad para salvar ciento noventa metros. Todo el recurso estructural queda oculto en un prisma eficaz. El cortén es la piel y el esqueleto. Los chapones de fondo y mamparos exteriores son estructurales. La ingeniería es sólo patente en la llamativa ingravidez de la línea esbelta que subraya el horizonte. La estructura del tablero es mixta de acero cortén y hormigón colaborante. En un último recurso para lograr reducir el canto, los pretiles forman parte de la sección estructural, y a pesar de todo el pretil por su disposición y anchura permite ver el transcurso del Río. Se han utilizado cables de tesado dispuestos en el fondo del tablero y en el pretil para reducir las tensiones puntuales más importantes.
En el interior del tablero la calzada rodada de asfalto gris, el pavimento y pretil se construyen con grandes piezas de granito “blanco Cáceres”. En el pretil se han grabado las seis primeras palabras de un poema, evocación del transcurso del Río, del tiempo. Amaneceres, mediodías, tardes, noches, amaneceres, mediodías,... (Nombre y Olvido 1957. Ricardo Molina). En la orilla derecha, el apoyo con el Paseo de la Ribera es escueto, casi inestable, tenso desequilibrio visual. Aparente levedad del tablero de acero sobre una bandeja lineal de granito. Toda la mole de 90 metros sobre escasos 80 centímetros. La construcción del puente supone una modificación del paisaje junto a la Mezquita de Córdoba
Se acota un ámbito sobre el Guadalquivir definido por el Puente Romano, una arboleda ribereña - que oculta un viejo muro de piedra - el nuevo muro de defensa de Miraflores y nuestro Puente. El suelo de ese recinto es ambiguo y cambiante, Río y Paseo. La estancia en la cota del flujo es posible. Señalamos un lugar en torno al Guadalquivir que pasa.