Luz natural y paisaje son los puntos de partida de esta intervención. El Palacio de Carlos V posee una
vista panorámica completa, de 360 grados, hacia los paisajes de la Alhambra. Por otro lado, la luz natural de la Alhambra sirve para iluminar el 95% del horario abierto del Museo. Un sistema de células fotosensibles situadas en las fachadas del Palacio regula automáticamente el aporte de luz artifi cial necesario en cada momento. Estas luces invisibles aprovechan la escala palatina de las salas para difuminarse a través de sus altas paredes y techos. La planta principal se convierte en un mirador panorámico que, gracias a la
disolución de las carpinterías, pauta la contemplación de las obras de arte con vistas lanzadas al paisaje que identifi can al visitante en el entorno.
Este proyecto es continuista de aquel que iniciara en 1928 Leopoldo Torres Balbás en base a criterios
museológicos decimonónicos y que, años más tarde, completara Prieto Moreno desde distintas perspectivas. La luz natural de la Alhambra y sus paisajes son ahora incorporados para valorar, aún más si cabe, la personalidad de cada una de estas intervenciones y, a la vez, otorgar a la Planta Principal del Palacio de Carlos V - y al Museo de Bellas Artes de Granada que ésta alberga - el carácter unitario que precisa.
Afirmar que el Palacio de Carlos V en Granada constituye un exponente fi el del concepto de larga duración, acuñado por la historiografía contemporánea, supone afi rmar de partida que la dilatada historia de su terminación defi nitiva (cuatro centurias) es un proceso abierto y, en modo alguno, cerrado. Es decir, que pese a su apariencia de edifi cio concluido ésta es resultado de decisiones administrativas y proyectuales independientes y ajenas a las intenciones históricas que determinaron su ejecución, y es resultado del proceso histórico que motivó su inconclusión. Las soluciones arquitectónicas adoptadas por tales decisiones no son sino hipótesis históricas o formales, materializadas sobre un edifi cio concreto, cuyo proyecto jamás llegó a ejecutarse en su totalidad.
LUCES INVISIBLES
El proyecto de iluminación para el Museo de Bellas Artes de Granada, realizado durante los años 2000 y
2001, fue pieza clave para defi nir el proyecto de intervención general. A la hora de seleccionar el sistema de iluminación, se consideró fundamental investigar las pautas que debían conducir a encontrar la armonía entre el espacio a iluminar y la forma de hacerlo. Las salas de la Planta Principal del Palacio de Carlos V presentan dos cualidades que le son propias. La primera, la especial relación paisajística con el entorno
de la Alhambra. La segunda, una magnitud que llama fuertemente la atención: su altura. Esta dimensión
es muy valorada en los museos. Es un hecho constatado que los museos altos cansan menos que los bajos. A la vez, la visión velada que puede conseguirse del paisaje de la Alhambra a través del continuo ritmo de los huecos del Palacio han sido las piezas claves a la hora de decidir el sistema de iluminación empleado.
Los niveles de iluminación que garantizan la protección y conservación de las obras de arte de la colección marcaron los comienzos del trabajo. Los alumbrados perjudiciales defi nidos por el ICOM , IES y CIE , establecen unos valores máximos de Iluminancias de entre 150 y 200 lux para las pinturas al óleo, objetos bastante sensibles a la luz (categoría II), y que en el caso del Museo de Bellas Artes de Granada conforman el grueso de la colección. El ICOM recomienda no sobrepasar los 180 lux para dicha categoría II . El proyecto de iluminación partió, y así ha sido ejecutado, al someterse a estos valores máximos de 200 lux.
El uso expositivo precisa del control de la luz natural, cualidad ésta inherente a la arquitectura de este Palacio. El daño causado que puede sufrir las obras de arte es proporcional a la Iluminancia y al tiempo de exposición. En ningún caso debe sobrepasar los 500.000 lux•hora/año. Atendiendo a los requerimientos del Museo de Bellas Artes de Granada, con una Iluminancia máxima de 200 lux, durante las 8 horas al día que el Museo está abierto al público y considerando 300 días de apertura al año, se alcanza un total de 480.000 lux•hora/año. Esto implica la necesidad de oscurecer las salas el resto del tiempo, es decir, cuando el Museo se encuentre cerrado. Para ello se ha dotado del oscurecimiento de las salas mediante
unos sistemas motorizados con el fi n de que tan sólo entre luz natural cuando las salas estén abiertas al público. Esta medida se establece como medio de protección de los cuadros, ya que el efecto nocivo de la luz, como hemos apuntado antes, es acumulativo. La solución escogida partió, desde un primer momento, de un concepto de actuación “limpia” que valoraba no solo la espacialidad sino también la forma en que la que la luz natural entra en ellas. Encontrar un sistema de iluminación artifi cial con la menor presencia posible determinó el punto de arranque.
LAS PRUEBAS DE ILUMINACIÓN
Debido a los barnices y a los sucesivos repintes que presenta la obra exhibida, los sistemas de iluminación indirecta se presentan como los más convenientes. Punto de partida de esta instalación, ésta se consigue por reflexión en el techo y en la zona superior de los paramentos verticales, que actuarán como grandes reflectores. Se dotará, además, a todas las salas de un sistema para colocar iluminación directa, siempre que las exigencias de la exposición lo requieran. Se plantea un sistema de iluminación alojado en la cara interior del muro de Instalaciones, situado en el perímetro de las salas. El proyecto quiere, además de mejorar la calidad espacial de las salas, incorporar la iluminación natural que hoy está casi anulada, con el fin de conseguir un considerable ahorro energético, mejorar la calidad y calidez de las salas, además de relacionar el museo con el entorno de la Alhambra, puesto que esta relación interior exterior se considera muy conveniente, ya que relaja la tensión del visitante y enriquece el paseo del espectador. La intervención pretende, por tanto, aprovechar la luz natural, además de incorporar un sofisticado sistema artificial que permita, en aquellas salas que lo precisen, una iluminación de acentuación además de una iluminación general. Para resolver el problema que plantearía un posible cambio de exposición en lo que se refiere a niveles de iluminancia, se propone una instalación dotada de reguladores de luz que permitan de forma sencilla la regulación manual. De este modo, se quiere dar respuesta a la previsión de cualquier cambio de contenidos que el museo pudiera presentar en el futuro, al mismo tiempo que a la posibilidad de regulación del nivel de iluminación en función de la época del año.
DE PALACIO A MUSEO
Puesto que en el origen del programa a que da lugar la redacción de este proyecto de adecuación de la planta principal del palacio se halla, en realidad, la decisión de dotar de un uso a sus espacios y asegurar así su mantenimiento y conservación, el proyecto nace de una aceptación tácita de la preservación de los valores del inmueble, ya que garantizándole un uso asegura la continuidad en el tiempo del soporte material de sus valores culturales. Por ello, el proyecto asume desde un primer momento como premisa básica de investigación asegurar la coexistencia de unas instalaciones técnicas necesarias al uso propuesto para sus espacios, con el respeto a la naturaleza material del inmueble. Y he aquí que la investigación arquitectónica deviene, a su vez, indagación histórica. Indagación histórica entendida como análisis histórico y arquitectónico cuyo cometido, más que construir una hipótesis sobre las fases de desarrollo del edificio (lo que contribuye a enriquecer los datos de partida del proyecto de intervención), consiste en individualizar precisamente cuáles son los valores culturales aportados por cada una de tales fases constructivas de manera individual al todo que el palacio representa. Es decir, que entendemos la investigación histórico-artística como elaboración historiográfica de los diversos momentos proyectuales que se han dado cita sobre el edificio y que, a manera de estratos, se superponen unos a otros hasta acabar generando una imagen homogénea de, lo que en realidad, no es sino un conjunto heterogéneo de decisiones de muy distinto signo. Pues conviene apuntar que, contrariamente a la imagen estática elaborada por la historiografía tradicional, un edificio considerado como monumento histórico está sometido a un régimen temporal de larga duración, debido a la suma de dos órdenes de factores. Por una parte, están aquellos factores relacionados con las decisiones políticas, administrativas o simplemente simbólicas que han contribuido a mantener determinados edificios. Y, por otra parte, están los factores relativos a un conjunto escogido de edificios en los que programa, proyecto, ejecución y uso suponen una dilación temporal de su conclusión. El Palacio de Carlos V en la Alhambra de Granada obedece, como expondremos a continuación, a la suma de ambos. El proyecto propone revestir sus espacios interiores mediante trasdosados de paneles ligeros, fijados a una estructura metálica anclada a los forjados de suelo y techo. El diseño de la estructura metálica sigue un perfil con el tramo inferior avanzado del plano del superior hasta la cota +4.20 m. para cumplir una doble finalidad. La cara interna del tramo inferior de la estructura sirve para acoger la red de conductos del sistema de climatización, mientras que el tramo superior, al retranquearse, establece una escala adecuada a las exigencias de un espacio expositivo albergado en salas de doble altura, a la vez que el retranqueo se utiliza para disponer en él el sistema de iluminación (por reflexión hacia los techos).
En suma, se trata de una solución que parte de la valoración arquitectónica de los espacios existentes y de la valoración histórica de las diferentes fases constructivas del edificio. Por ello evita atacar los paramentos verticales (los correspondientes a los primeros estadios constructivos de la fábrica) y recurre a una estructura anclada a los forjados horizontales (resultado de actuaciones constructivas posteriores a las conservadas del proyecto de palacio imperial). De este modo preserva la percepción global de las salas tal y como estas quedaron definidas en época moderna. Pero además esta estructura a base de un sistema de largueros telescópicos cumple dos funciones esenciales. La primera, acoger en su interior las instalaciones necesarias. La segunda, organizar y jerarquizar dos escalas: la expositiva y la arquitectónica. A esto se añade que gracias a la jerarquía buscada entre paños expositivos y escala arquitectónica del espacio contenedor, la parte superior de los paramentos actúa como caja de resonancia de luz, que suma una iluminación difusa general a la iluminación natural. Así se consiguen adaptar las condiciones espaciales existentes a nuevos usos sin comprometer los valores arquitectónicos del edificio y exhibir el devenir histórico de su fábrica: de palacio a museo.
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